Girasoles en Maastricht, girasoles en las florerías, girasoles por todos lados.
Girasoles que adornaban mi taza de té.
Y girasoles de Van Gogh.
De regreso en Argentina, los girasoles me guiñaban la vida.
Cuando llegué de este último viaje desde Buenos Aires, 30 días sola, descubrí una nueva maceta en el jardín, donde Guiye y su abuela habían plantado semillas de girasol. Me alegró mucho, ya que siempre había deseado hacerlo, pero no había estado en el momento adecuado.
Y ayer el primero de los tres me regaló su alegría de vivir.
Mamá me contaba que de muy chiquita y cada vez que veía uno, lo señalaba con el dedo y le decía ULULETE.
Ya para el mes de marzo, ví que un negocio habían puesto a la venta barriletes para armar, y pensando en Guiye y en mí , lo compré.
Hoy, y por primera vez en mi vida, me dí el gusto de remontar un barrilete.