20 de agosto de 2011

Conclusión

Cuando llegué por primera vez a Holanda, de visita, en el verano del 2000,  en lugar de encontrarme con tulipanes, me sorprendieron los girasoles y me enamoré de ellos.
Girasoles en Maastricht, girasoles en las florerías, girasoles por todos lados.
Girasoles que adornaban mi taza de té.
Y girasoles de Van Gogh.
De regreso en Argentina, los girasoles me guiñaban la vida.


Cuando llegué de este último viaje desde Buenos Aires, 30 días sola, descubrí una nueva maceta en el jardín, donde Guiye y su abuela habían plantado semillas de girasol. Me alegró mucho, ya que siempre había deseado hacerlo, pero no había estado en el momento adecuado.


Y ayer el primero de los tres me regaló su alegría de vivir.



Cuando íbamos al club en el Tigre, por la Panamericana, y generalmente en agosto, veía a los lados del camino a muchas personas remontando barriletes. Deseaba sobremanera hacerlo yo también, pero mi papá seguía siempre de largo; para colmo era algo más para varoncitos que para nenas.  Por lo cual tuve que resignarme a remontar avioncitos de tergopol cuando íbamos a Mar del Plata. Y una vez logré que me compraran el avioncito con alas de aluminio que giraban...una gran sofisticación de la época.

Mamá me contaba que de muy chiquita y cada vez que veía uno, lo señalaba con el dedo y le decía ULULETE.

Ya para el mes de marzo, ví que un negocio habían puesto a la venta barriletes para armar, y pensando en Guiye y en mí , lo compré.

Hoy, y por primera vez en mi vida, me dí el gusto de remontar un barrilete.


y  como corolario encontré este tema...